Editorial
Ver día anteriorJueves 10 de enero de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Gasolina: despejar confusiones
E

n lo que va de esta semana diversas regiones del país se han visto afectadas por una verdadera escasez de gasolina, pero también por masivas compras de pánico de ese combustible, efectuadas al calor de campañas de desinformación. El origen del fenómeno es el conjunto de medidas adoptadas por el gobierno federal en el combate, sin precedente, al robo de combustibles; se han confirmado las sospechas de que esa actividad delictiva se ha venido realizando de manera preponderante desde el interior de Petróleos Méxicanos (Pemex), con innumerables complicidades en el aparato gubernamental y, a decir del presidente Andrés Manuel López Obrador, con conocimiento de al menos tres de sus antecesores en el cargo. Lo difícil de imaginar era la dimensión del saqueo, que en su etapa más reciente llegó a ser equivalente a cientos de pipas diarias.

Para atajar de manera frontal el pillaje, Pemex suspendió temporalmente la operación de ductos de combustibles y la sustituyó por envíos con vehículos contenedores, lo cual necesariamente retrasó el abastecimiento de muchas estaciones de servicio, particularmente en el Bajío. Asimismo, la empresa productiva del Estado canceló contratos a más de un centenar de gasolineras que presumiblemente adquirían insumo robado. Entre el lunes y el martes la escasez se extendió hacia el estado de México y Ciudad de México, aunque en una escala mucho menor a la que se registraba en otras entidades: según información consignada por los propios usuarios en un mapa interactivo de Google, en el valle de México las estaciones de servicio cerradas eran sólo una pequeña fracción del total.

El resto corrió a cargo de un alarmismo mediático que azuzó el temor de los consumidores y los impulsó a acudir en masa a las gasolineras, en donde muchos efectuaron compras de combustible que exceden, con mucho, sus necesidades habituales, hasta el punto de que agotaron las existencias en varios puestos de venta. La irresponsabilidad de medios y comunicadores se expandió, a su vez, en las redes sociales, y de esta forma las exageraciones y los rumores sobre la falta de gasolina se convirtieron en una profecía autocumplida.

No debe soslayarse, por otra parte, que el gobierno federal no ha logrado comunicar de manera efectiva los alcances y consecuencias de las medidas adoptadas para atajar el saqueo masivo de combustibles –que, por lo demás, resultan tan meritorias como impostergables– ni hacer llegar al conjunto de la población un panorama completo de la circunstancia. A pesar de los esfuerzos desplegados por el propio López Obrador en sus conferencias matutinas para exponer la situación, hay sectores de la sociedad que siguen sin estar al tanto del empeño gubernamental para erradicar el llamado huachicoleo y es indudabable también que ese vacío de información ha sido aprovechado por opositores a ultranza para generar, así sea entre sus propios adeptos, una falsa noción de catástrofe.

Es claro que las autoridades tienen la intención de normalizar el abasto de gasolina a la brevedad, pero no es seguro que quienes han venido atizando el pánico desistan fácilmente de su propósito. En tal circunstancia, la ciudadanía tiene ante sí la tarea de procurarse, antes que el combustible, información confiable que le permita tomar las decisiones adecuadas para sortear los inconvenientes del momento, programar sus desplazamientos con mayor eficiencia y evitarse largas horas de fila en las gasolinerías que posiblemente no sean necesarias. Es pertinente, en suma, exhortar al civismo a quienes capitalizan la real o supuesta escasez de combustibles para emprender un nuevo golpeteo político en contra del Ejecutivo federal, pedir a las autoridades mayor precisión y contundencia en su tarea de comunicación y llamar a los consumidores a la calma y a la sensatez.