SABADO 25 DE MARZO DE 2000

* Hoy resultarán ganadores tres de los 15 intérpretes que llegaron a la final


El festival yucateco Juan Acereto, el homenaje a un esteta del amor

* El trovador legó más de 155 canciones a la identidad peninsular * Reconocimiento tardío

Juan José Olivares * La trova yucateca es uno de los iconos de la identidad peninsular. Por tal motivo y con el propósito de fortalecer ese género musical, así como propiciar "un espacio de participación a nuevos compositores e intérpretes", fue creado el Festival Juan Acereto, que este 25 de marzo llega a su fin con una premiación en el teatro José Peón Contreras, de Mérida, Yucatán.

Luego de varias eliminatorias efectuadas entre febrero y marzo, en las que concursaron decenas de compositores con dos obras a la usanza tradicional de la trova yucateca, en español o maya, llegan a la final 15 canciones, de las cuales serán premiadas tres (con 30 mil pesos al primer lugar, 20 mil al segundo, 10 mil al tercero, así como 10 mil para el mejor intérprete).

El cantautor yucateco n Foto: cortes’a de la familia Acereto

Un clásico

contemporáneo

 

Es difícil concebir a la tierra del faisán y del venado sin sus poetas, compositores y cantores. En el desarrollo de su música tradicional existen tres periodos:

El origen, con Chan Cil y Huay Cuc, trovadores legendarios; el esplendor, con Gustavo Cárdenas, Ricardo Palmerín, Pepe Domínguez, y los contemporáneos, con Juan Cervera, Luis Demetrio, Coqui Navarro, Guadalupe Trigo, Manzanero y, por supuesto, el irreverente Juan Acereto (por no mencionar a todo un ejército de grandes).

Juan nace en Mérida, en 1930, en una familia acomodada, pero su libertad y bohemia lo alejaron de sus parientes, hasta formar una familia con Irma Cervera, con la que procreó siete hijos. Con oficio de músico y poeta, se inicia como trovador al lado de Manolo López, Santiago Manzanero y Pastor Cervera, entre otros, periodo en el que fue miembro de la Sociedad Artística de Ricardo Palmerín. Integró el trío Los Trovadores del Mayab, con el que grabó dos discos. En sus posteriores ediciones estuvo acompañado de Los Caminantes, Orquesta Barroca, Alonso Manzanilla, Orquesta Típica de Yucalpetén, agrupaciones con las que realizó 13 discos de larga duración.

Pero este príncipe trovador, que era incansable y con el espíritu de la auténtica bohemia ųque quizá fue lo que determinó su destinoų, viajó a la ciudad de México, donde no le fue tan bien económicamente, a pesar de que sus obras eran requeridas por varios intérpretes.

Marcado por el destino de su condición fuera de género y por su intensidad como productor innato de amores, Acereto pisó fondo, por esa condición de anarquía, de rabia, de sus amores, de sus blasfemias justas de errante cantautor. ''Tuvimos una época muy dura cuando vinimos de Yucatán para la ciudad de México. Mi papá se separó de mi madre, y tuvo un periodo duro, de soledad, en el que compuso algunas desgarradoras historias", comentaría su hija Carolina Acereto, refiriéndose a la canción que destelló la condición de Juan: Sicosis, que refleja el estado de Acereto más gris, más oscuro de la soledad interna, el lugar al que llegó cuando las puertas se le cerraron y por lo que tuvo que recurrir a lóbregas ayudas efímeras que se ingieren, las que primero lo mantuvieron arriba, pero que repentinamente lo tiraron al fondo, más abajo que el suelo, cerca de la muerte en vida.

''Mis penas, mis penas, lágrimas penas del alma, desgarran en mil pedazos las alas grises, llantos de nostalgias... Recuerdos, recuerdos, sombras confusas, fantasmas, insomnio de mis anhelos, rostros helados, tumbas de mis ansias... Destierra con tu cariño esta obsesión que me mata'', reza Sicosis.

No obstante, en 1976 gana el Concurso de la Canción Yucateca con el tema Donde nace el sol. Imparte recitales didácticos en la UNAM, y gana la medalla Taxco, por su canción con el mismo nombre. Posteriormente abre con otros bohemios un bar en la colonia Condesa, en el que crea el ambiente de Yucatán en la ciudad. Juan, un hombre culto y lector insaciable, era el típico trovador que acompañaba a cualquier enamorado que requiriera sus servicios de serenata.

Sus canciones más conocidas son: Gota a gota, Cautivo de amor (dedicada a su primera esposa y la que quizá más lo amó, porque es la principal organizadora del festival que lleva su nombre), Tú, mi única pasión, Ojitos negros, Donde nace el sol, Ave sin rumbo y la mencionada Sicosis.

Ya se cumplieron varios años de su desaparición, pero su legado ha sido mantenido por los que conciente o inconcientemente han usado su arte, entre los que están: José José, Marco Antonio Muñiz, Olga Guillot, Pedro Vargas, Daniel Riolobos, Víctor Iturbe El Pirulí, Los Caminantes, por no mencionar a tantos y tantos. Se han recopilado 155 canciones de su inspiración, de las cuales se han comercializado 64.

Otro de sus reconocimientos ųque no serían suficientes para tan prolífico artista y esteta del amorų es la medalla Guty Cárdenas y la post mortem Medalla Yucatán, que le otorgó el gobierno del estado por su relevante trayectoria. Pero, como en esas vidas trascendentes y quizá trágicas, la muerte viene a ser el goce de la inmortalidad.

Acereto siempre estuvo al borde de la auténtica gloria, que se le negó. Un día 26 de octubre de 1991, la fría lo sorprende, cuando días antes ya había perdido un brazo, lo que para un trovador es la misma muerte. Fue enterrado humildemente por sus propios amigos y no fue reconocido en ese momento por quien debería haberlo hecho.

"Como una nube blanca, gota a gota vas dejando caer, sobre mi triste vida mujer, un diluvio de sed...''. Ya se cumplió un tiempo de su partida, pero su ausencia está en vigor, como su música de soberano trovador.