LUNES 9 DE OCTUBRE DE 2000

Ť El guitarrista de Baja California refrendó su virtuosismo musical


Bátiz y Santa Sabina enardecieron en el Zócalo a la marea juvenil

Ť La agrupación de Rita Guerrero interpretó 30 canciones; Azul casi morado, la más solicitada

Arturo Cruz Bárcenas Ť La tarde del sábado, la vida le dio unos momentos de felicidad a Javier Bátiz, el rocanrolero de Tijuana, Baja California, quien con 45 años de trayectoria artística se presentó en el Zócalo capitalino, en un concierto donde mostró su virtuosismo en su instrumento amigo: la guitarra eléctrica. El blues hizo bailar a unos 20 mil asistentes al ritmo de Come in home.

Memphis Tennessee fue el marco para que repitiera su frase de batalla: ''La vida es un sueño y morir es despertar". En su estilo alegre y sabrosón interpretó La casa del sol naciente, que hiciera famosa The Animals, de Erick Burdon; Proud Mary, en una mezcla de Tina Turner y The Creedence, y otras clásicas que, por ser tales, ya pasaron la prueba del tiempo y se quedaron para dar fe de un estilo de vida que perdura.

Bátiz, con la típica greña y lentes ojos de mosca, fue recibido al grito de "špero te peinas, cuñao!", que, la verdad, ya recibe hasta como un halago. Nada de mentadas. El está en contra de esa manifestación que se ha vuelto costumbre en los conciertos de rock. Se lanzó con varias canciones incluidas en su reciente producción discográfica, Tierra de nadie, para muchos de lo mejor en más de cuatro décadas.

El maestro de Santana es ahora reconocido como el mayor forjador de músicos rocanroleros de México. Fue de lujo su presencia en la Plaza Mayor, en un acto organizado por el Instituto de Cultura de la Ciudad de México, en el marco de su programa La calle es de todos.

Si la tradición rocanrolera inundó la histórica plancha de concreto, la mesa estuvo servida para oír a Santa Sabina, uno de los mejores grupos de rock en México, que cerró la gala interpretando los temas de su último disco, Mar adentro de la sangre, con la voz hipnótica, seductora, potente, de Rita, ataviada con vestido de una pieza charlestoniano color oro, que resaltaba su silueta levantasuspiros.

El concierto gratuito para los jóvenes que normalmente no tienen dinero para santa sabina 2-4 pagar un boleto en los foros controlados por empresas de próspera vida. Si la calle es de todos había que hacer un desmadre. Y así fue. ''Hay violencia en el amor'', canta Rita, cuyo rostro lucía ad hoc para los días de muertos.

La mirada fija de la cantante reflejó su control en estas lides, de enfrentarse al público joven que quiere oír frases mejor elaboradas, letras más allá de vivir sin aire. El rosario fue de más de 30 canciones. La más solicitada fue Azul casi morado. Fue la última.

Ante las rolas Soledad, La ira de Dios, Ajusco nevado y Despertar a los muertos, la fuerza de la marea juvenil estuvo a punto de derrumbar la barrera de metal que separa el escenario. Hubiera sido catastrófico.

El personal de protección civil tuvo mucho trabajo. Se les prendió el foco y colocaron unas largas vigas para evitar que los muchachos tiraran la barrera. No obstante, a cada nuevo tema de los sabinos la ola arremetía y salían chispados algunos niñas y niños.

''Mientras respire es que está viva'', decía un paramédico, agotado de ayudar al personal que ya sabe que debe sacar a los lesionados, asfixiados y desmayados de esa especie de marea brava.

Rita anuncia que cantará Sueño con serpientes; la música trasmite aires de India. Rita es una bailarina que mueve las manos como descorriendo velos. Los apóstrofes recuerdan pinturas de Oriente; los ojos, el rostro de la belleza de esas tierras. Cuando comenzó Agua fiera los voladores, esos cábulas que se divierten lanzándose sobre la masa, saltan como salmones.

A algunos los agarran en pleno vuelo y los sacan a empellones. Varios pagan el precio: lesiones al chocar su rostro en en el metal. Huele a mota, a alcohol. El aire trasmite el tufo. Una brizna de lluvia refresca el rostro. Se escucha Frente al espejo, A la orilla del sol, Labios mojados, Mirrota, Olvido.

Rita es una geisha de sensualidad en La maja y en Vampiro. Sacan a un chavo que grita, quién sabe por qué: "šEsto es por Zapata, güey!". Los sabinos invitan a la gente a apuntarse en el enlistamiento para la guerrilla rocanrolera, idea del grupo Resorte. "Nunca visites la tumba de un suicida", canta Rita, quien con el viento en su favor alza un velo rojo que crea una escenografía sugerente.

Son casi las once de la noche. Es el fin. Los jóvenes, unos 20 mil, tuvieron su dosis de rock nacional; un antes, ahora y después, con Javier Bátiz y Santa Sabina.