MIERCOLES Ť 10 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Comienza esta noche el Festival Cervantino, que rinde homenaje al dibujante
Exponer en el Museo Rivera significa una reconciliación histórica: Cuevas
Ť Incluye 350 grabados con los que obtuvo en 1997 el Premio Tomás Francisco Prieto
Ť Alfaguara publicará un libro con las opiniones de algunos escritores acerca del pintor
RENATO RAVELO
Para el pintor José Luis Cuevas la exposición de sus 350 grabados en el Museo Diego Rivera, de Guanajuato, es una especie de reconciliación con el artista representante del muralismo, con el que rompió su generación, y es un firmar las paces que agradece: ''Solamente me hace falta un sitio dedicado a David Alfaro Siqueiros para completar la trilogía''.
La muestra, parte del homenaje que se le rinde a Cuevas en el Festival Internacional Cervantino, es la misma con la que obtuvo el Premio de Grabado Tomás Francisco Prieto en 1997, en España, cuando le dijo a la reina Sofía algo típico del artista: ''Usted y yo tenemos algo en común''. Y a la pregunta azorada de ''Ƒqué es lo que tenemos en común?'', respondió el pintor: ''Ambos tenemos un museo que lleva nuestro nombre''.
Los jóvenes ya no hacen ruptura
Artista activo que sigue levantándose cada día a las seis de la mañana a dibujarse para plasmar el paso doloroso de los minutos, viajero frecuente y temeroso que no puede dibujar en los aviones (''he hecho dibujos durante conversaciones, durante discusiones telefónicas''), mítico amante que cada semana entregaba sus aventuras en sus Cuevarios.
-Cuando uno leía los Cuevarios se preguntaba: Ƒy este hombre a qué horas trabaja si se la pasa en inauguraciones y acostones?
-Buena observación, lo que pasa es que trabajo sin descanso. Nunca he hecho un viaje de placer en mi vida. Por cierto que me dio risa cuando en una página de libros, al referirse a las ventas de Gato macho (libro en el que narra sus aventuras amorosas), lo colocaba en los estantes de ficción. Desde hace tiempo preparo una novela en la que de alguna manera seré el personaje, pero será de ficción.
Cuevas dice que le hace falta exponer en China y Japón; al mismo tiempo celebra como uno de los lugares cuya estancia le ha significado más ''la galería del museo en Viena dedicado al dibujo y al grabado. Ahí tenía acceso a la enorme colección, podía pedir que me dejaran ver, sin problema, por ejemplo, obras de Durero o de Leonardo da Vinci''.
En su estudio que es también su recámara, los amplios espacios sugieren un gran cuarto de adolescente, donde hay regados por todos lados pequeños signos para leer al artista del brazalete de cuero que sin ambages declara que los jóvenes ya no hacen una ruptura en artes plásticas:
''Definitivamente, creo que los artistas que forjan las vanguardias, si se puede llamar vanguardia a algo que venía desde hace tiempo, sí están en deuda conmigo, que hacía performance y murales efímeros.''
Cuando se le oye decir lo anterior, no existe la misma sensación que cuando se transcribe. El tono pedante que se lee no es el que se escucha, porque en realidad uno de los secretos de Cuevas y su egocentrismo radica en cierto encanto, que en este caso tiene como destinataria a Gabriela Gutiérrez, la encargada de prensa del museo que lleva su nombre, quien acompaña la entrevista.
Hay algo de generosidad en su presencia, en su llamar la atención, en ser la leyenda del niño que empezó a dibujar a los cinco años, a los diez años estaba en la Escuela Nacional de Escultura y Pintura La Esmeralda y que en 1954 expone en Washington, en 1955 en París y dos años después en Nueva York.
Quizá a esa generosidad, a ese darse de más, se deba que Alfaguara está por presentar un libro con las opiniones que algunos escritores han emitido sobre José Luis Cuevas: Octavio Paz, Carlos Fuentes y Fernando del Paso, entre otros. Mismo desborde que lo hace donar grabados a subastas, o que en un gesto no carente de cercanía con el poder económico y político lo llevó a organizar el gran homenaje de los intelectuales, en las instalaciones de su museo, al candidato asesinado Luis Donaldo Colosio.
Es la misma proyección exacerbada que lo va a motivar a que por primera vez, y cediendo en todos sus manifiestos estéticos, incursione en la obra abstracta, con tal de estar en el Museo de su amigo Manuel Felguérez. O proyectar la publicación de todas las críticas a su obra, o crear esas gigantescas esculturas desde hace una década.
Bertha, tema recurrente
Sin embargo el tema recurrente, cada tanto en la entrevista, es Bertha, en cuyo honor están todas las exposiciones que planea Cuevas para este año, como si por esa herida ahora se proyectara su caudal artístico. Cuevas empezó a tomarse una fotografía diario cuando conoció a Bertha y dejó de hacerlo el día de su muerte el año pasado, cuando por primera vez en su vida quedó pasmado, sin trabajar durante dos meses.
-ƑHay dolor, diferencia en el trabajo que haces ahora?
-Mira, ocurre que yo creo que el dolor es una constante en mi trabajo artístico.
Y entonces se revela que el gran misterio del artista José Luis Cuevas (DF, 1934), quien este 2001 cumpliría 40 años con Bertha, es que él planeaba partir primero, darse primero a la muerte.