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México D.F. Miércoles 20 de agosto de 2003
JAZZ
Antonio Malacara
Jazz en Jalapa
LA MEJOR NOCHE del cuarto Festival Internacional de Jazz en Jalapa llegó el viernes 15 de agosto, con la presencia de tres grupos nacionales que lograron hilar entre sí tres sets tan diferentes en su propuesta como semejantes en su calidad.
EN EL TEATRO del Estado, a eso de las nueve de la noche, apareció Jazz Entre Tres, agrupación jalapeña dirigida por el baterista Adolfo Alvarez, quien en la década de los años 70 fundara, junto con Francisco Téllez, el legendario Cuarteto Mexicano de Jazz. El trío se complementó con Aleph Castañeda en un contrabajo que le acababa de prestar Israel Cupich (el suyo se había roto unas horas antes del concierto) y con el guitarrista austriaco Estefan Oser.
CON ESTA PRESENTACION, Estefan se despedía de México y de Jazz Entre Tres para regresar a su tierra. Traía colgada una de esas modernas guitarritas electroacústicas sin clavijas y al principio se notaba titubeante, aunque la solidez y el beat de sus compañeros mantuvieron siempre en pie el acelerado arranque. A partir del segundo tema, Oser se integró de lleno a la transparencia musical y los eventuales aires brasileños del grupo, entremezclando a la perfección la delgadez de sus líneas y sus acordes con un contrabajo amplio y profundo, con una batería que nunca se limitó a acompañar y que mostró una voz propia y dominante.
IRAIDA NORIEGA LLEGO luego con un verdadero arsenal de artillería pesada, con una dotación instrumental de cinco músicos que dictaron cátedra cada segundo. Después de la tercera llamada, el toque apenas insinuado, susurrado, del teclado, las cuerdas y los platos, formó una primera esfera que presagiaba el advenimiento de un blues.
ERAN ENRIQUE NERY en el piano, Aarón Cruz en el contrabajo y Tony Cárdenas en la batería; después llegaría Diego Maroto con su sax tenor y, tres piezas antes del final, Rey David Alexandre con su trombón. La voz de Iraida, siempre enorme, espesa y contundente, dialogó con todos y cada uno, aunque la prendidez extrema nos sacudió al final de Baby talk, cuando la intensidad de sus jadeos y los rebotes de la batería se fundieron en un dueto que el público agradeció de pie.
Embeleso entre los asistentes
EN EL VESTIBULO, esperando a Lucio Sánchez para irnos al Centro Cultural Los Lagos, pudimos ser testigos de la emoción y el buen sabor de boca con que salían todos los asistentes; la mayoría de los elogios iban dirigidos a Tony o a Aarón, y como que nos daban ganas de compartir con esa gente nuestras impresiones de Nery y Maroto, pero preferimos dejar que cada cual se fuera con su propio embelesamiento.
A LOS LAGOS, a eso de la media noche, Jorge Mabarak llegó desde el puerto de Veracruz para cerrar la noche con platino iridiado, con un excelente muestrario de jazz que nunca se excedió en los sonidos, pero que llenó el recinto con impecables armonías y con un set de percusiones que borró de un plumazo el cansancio de tantos días de ajetreo.
MABARAK ES UN pianista portentoso que logra ensamblar sin mayor dificultad los sonidos del blues, la rumba, la guajira, el flamenco y hasta los ecos milenarios de Arabia, todo filtrado por el código jazzístico que lo ha convertido en todo un icono por estas rumbos. La elegancia de Aleph Castañeda estuvo nuevamente en el bajo, Aldo Cabrera en la batería y un sorprendente Jaime León en congas, bongós y etcéteras. Por momentos Javier Flores se integraba con su flauta y evidenciaba su buena formación afroantillana. El extra fue una bailarina que encantó al heroico público con su flamenca presencia.
EL SABADO LLEGO el grupo del joven maestro Francisco Lelo de Larrea, guitarrista fuera de serie, que en verdad merece una nota exclusiva y detallada para poder medio platicarles los enormes alcances de su propuesta como músico y compositor. Solamente apuntaremos que hacía buen rato que no aparecía un jazzista de tal calibre por estas tierras. El público volvió a quedar hipnotizado.
DESPUES LLEGARON LOS profesores encargados del seminario, con un combo que denominaron Faculty Ensemble. Indudablemente sonó con toda corrección, tal como dictan los cánones. Los alumnos aplaudían y gritaban llenos de emoción viendo a sus profesores en el escenario, en una reacción más que comprensible. No obstante, el octeto sólo sonó bien a secas. Con toda seguridad, deben ser verdaderas eminencias en pedagogía musical, pero ese extra, esa profundidad, ese riesgo que un jazzista debe mostrar siempre en un concierto, nunca apareció. Con excepción de la trompeta de Ron McCurdy y el piano de Alon Yavnal, lo demás fue solamente cumplir. Tal vez una buena excusa sea que el numerito se montó en una sola noche. Bueno, hubo además un tema a cuatro manos entre Alon y Edgar Dorantes, la Danza cubana No. 1, de Mario Ruiz Armengol, que fue de verdadera antología.
EN LOS LAGOS estuvo el nuevo cuarteto de Alain Derbez, con un sabroso recital de poesía, blues y jazz, basado en el libro Todo se escucha en el silencio, del mismo Derbez. Pero sobre este personaje estamos preparando también una nota especial que publicaremos en unas semanas. El domingo se presentaron los alumnos del seminario en el teatro del Estado, pero los espacios del enviado se habían agotado. [email protected]
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